Wednesday, December 21, 2005

Quiebra paga


Como muchos deben saber, Jamiroquai por fin lo hizo de nuevo y canceló toda su gira por Sud América. Ninguna novedad considerando la lejanía que mantiene la agrupación británica de las tierras latinoamericanas. Un balde de agua fría para muchos que, en casos particulares, también pone en jaque el fanatismo de algunos como yo que ya se ilusionaban con ver desfilar a Jay Kay -actual desahuciado vocalista de pacotilla- cantar sus mejores éxitos y dirigir a su orquesta de afanados músicos. Pero lo cierto es que no es una simpleza cancelar un tour por el que hemos esperado seis años; si señores, seis, cuando todos aquí festejaban y preparaban el mejor de los ambientes para recibirlos. De un momento a otro, se quebró el ánimo.
Pero, ¿quién paga? Si consideramos la dialéctica entre "fan" y "banda", tenemos dos perspectivas válidas. Por un lado, existe la posibilidad de que sólo estemos tristes y aceptemos tal hecho como fortuito y excepcional. Sin embargo, también existe la posibilidad que nosotros como fans, nos desliguemos de ese mundo glamoroso que poco recuerda las grandes ovaciones latinoamericanas -a pesar que no somos muy buen negocio, hay que reconcocerlo- y sus fanáticos por estas latitudes. Entonces, ¿quién paga? No pagamos nosotros, paga la banda por perder a un público distinto, diverso y cálido, pierde nuestro respaldo y reconocimiento y eso no se recupera.
Un abrazo para todos los Jamirofans y Ex-Jamirofans.
"...and the beat goes on..."

Wednesday, December 14, 2005

La mafia


Desde hace algún tiempo que he estado observando a mi alrededor ciertas costumbres que se desarrollan en esto de ser fanático de una banda en particular. No lo había notado, pero se hace cada día más evidente que muchas cosas no se comparten y comienzan a formarse ciertos círculos repletos de hermetismo y clandestinidad. El intercambio de conciertos o bootlegs, práctica frecuente para los más árduos fans, pasa de la mera emoción de escuchar la música en vivo a la salvaje competencia de quién tiene el más extraño, la edición única, el que no se encuentra en internet y etcétera. Típicas son las advertencias del tipo "no le digas a nadie", "si lo pasas te liquido" y "mántenlo en un lugar seguro", que tienen como objetivo reservar aquellas ediciones sólo para aquellos afortunados o bien reputados fans. A su vez, comienza a aparecer el tráfico de información clasificada, confidencial y anónima, que si bien está sujeta a un grado de credibilidad limitado, también se envuelve de esa truculencia un tanto chiflada que tanto nos importa.

En el caso de Jamiroquai, he tenido bastantes anécdotas con esto de las mafias. He recibido e-mail casi secretos, información muy confidencial y debo confesar que poseo conciertos y otros que nadie, excepto un par de amigos, posee bien guardados. Esto de la mafia es recurrente. Hace unos días, un amigo mexicano me pasó un par de conciertos que debo mantener en silencio. Al oirlos, descubro esa complicidad de la que soy parte y, aunque no me llevarán a juicio, no me aniquilarán un día por la calle ni secuestrarán a mi familia, que existe un juego muy gracioso y simple. Es fácil jugar, pero si pierdes te cuesta los contactos, la carrera de incógnito, la reputación y los beneficios del tráfico. ¿Quieres participar?